Los doce signos de alarma para descubrir si el aburrimiento se ha apoderado de tu vida.
¿Cuántas veces picas algo por puro aburrimiento? Simplemente por pasar el rato…
En el post donde te ofrecía la primer técnica para evitar comer emocionalmente, ya vimos que el aburrimiento es uno de los motivos más comunes para comer sin tener hambre.
Comer por aburrimiento es más común de lo que piensas.
¿Te has fijado en lo mucho que te cansas cuando tienes que hacer algo que no te apetece hacer, y que en cambio apenas te cansas cuando estás haciendo algo estimulante?
La maravillosa sensación de fluir, el estado de flujo o «flow». Es cuando dejamos de ser conscientes de la tarea que realizamos o del paso del tiempo, concentrándonos absolutamente en el proceso en el que estamos inmersos.
Puedes pasarte horas sin parar si estás con tus amigos, leyendo un libro interesante, aprendiendo algo que te gusta o cuando te vas de viaje por vacaciones. Y sin embargo te agotas en seguida cuando tienes que afrontar un proyecto que te aburre.
El aburrimiento y comer en exceso suelen ir de la mano, así que vamos a profundizar sobre los signos de alarma que pueden ayudarnos a detectar si el aburrimiento se ha instalado en nuestras vidas.
Los 12 signos del aburrimiento son los siguientes:
#1. Comer el mismo tipo de comida durante toda la vida. Evitar probar platos nuevos limitándote a los platos de siempre y describiéndote a ti misma con frases como:
«Yo soy de las que sólo me entra en el desayuno un café y una tostada» o «Yo siempre pido la misma ensalada».
Aunque todos tenemos predilecciones y preferimos ciertos platos, la resistencia a probar comidas desconocidas es simplemente una señal de rigidez.
Muchas personas no han probado jamás la comida mexicana «porque pica». O comido en un restaurante libanés o hindú simplemente porque se quedan en el terreno familiar de lo que están acostumbrados. Abandonar nuestra zona de confort en este sentido puede abrirnos un mundo de sabores nuevos y estimulantes. Deja de comer siempre lo mismo.
#2. Usar siempre el mismo estilo de ropa. No probar jamás un estilo nuevo o usar algo diferente. Clasificarte a ti misma como clásica o cómoda vistiendo. ¿Y qué me dices de tu pelo? ¿Desde cuándo llevas con el mismo estilo?
#3. Esconderte detrás del mismo grupo de amigos sin buscar o aceptar gente diferente que represente mundos nuevos y desconocidos.
#4. Vivir en el mismo barrio o ciudad simplemente porque tus padres escogieron ese lugar. Descartar los sitios nuevos porque la gente, el clima, el idioma, las costumbres, o lo que sea, son diferentes.
#5. Cerrarte a escuchar opiniones e ideas que no compartes. En vez de considerar el punto de vista de la otra persona. Automáticamente decides que no tiene razón. Éste es un método para evadirse de lo diferente o de lo desconocido evitando comunicarte.
#6. Tener miedo a probar una actividad nueva porque piensas que no lo harás bien. Quedarte mirando en vez de intentarlo y probar.
Sólo haces lo que se te da bien y evitas aquello que no controlas.
#7. Quedarte en el mismo trabajo aunque no te guste. No porque quieras hacerlo sino por miedo a la gran incógnita que significa un nuevo trabajo.
#8. Mantener una relación de pareja que obviamente no funciona por temor a lo desconocido o a la soledad. No puedes recordar cómo es vivir sola y en consecuencia, no sabes con qué te encontrarás. Piensas que es mejor seguir con lo malo conocido que adentrarte en un territorio desconocido.
#9. Pasar tus vacaciones en el mismo lugar, en el mismo hotel, en la misma época cada año. En este caso sabes a qué atenerte y no tienes que arriesgarte a probar nuevos lugares que tal vez pueden brindarte experiencias agradables.
#10. Enfocar el sexo sin imaginación, haciendo siempre lo mismo. No probar jamás algo nuevo porque es diferente y por tanto puede ser inaceptable.
#11. Descartar ciertas actividades sin haberlas probado jamás. Probar cosas tan «raras» como la meditación, el yoga, el coaching o cualquier cosa que no conozcas.
#12. Incapacidad de alterar un plan cuando se presenta una alternativa interesante. Si te alejas del plan trazado en tu cabeza, pierdes el control y te sientes incómoda.
No hay nada más estimulante que proponerte retos, no lo olvides.
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