¿Cómo puedo conseguir guiarme por mi instinto?
¿Y cómo reconozco mi instinto alimentario?
Ésta ha sido la pregunta que me han estado haciendo desde que publiqué el post que tanto ha gustado sobre COMER COMO UN ANIMAL.
Por eso he preparado 4 consejos para seguir tu instinto alimentario:
#1. Come sólo cuando te lo pida el cuerpo.
No comas ajustándote al horario de otros.
Tampoco comas porque «Es la hora de cenar, creo que tengo que comer algo».
Consulta a tu organismo.
¿Te está pidiendo comer?
Si no tienes realmente ganas de comer, no comas.
Deja de comer porque «toca».
Escucha a tu cuerpo.
Entiendo que con tantas pautas externas estemos cada vez más desconectados de las señales de nuestro organismo.
Por tanto nos cueste reconocer cuando tenemos hambre real y cuando se trata de hambre emocional.
Para ayudarte a entrenar a escuchar las señales de tu cuerpo, comparto contigo una meditación guiada de conexión corporal.
#2. Come sólo hasta que te hayas alimentado… y no más.
En vez de llenar tu plato hasta arriba, prueba a servirte menos comida de la que creas que vas a comer.
Prueba también a pedir menos cantidad cuando vayas a un restaurante, siempre hay tiempo de pedir otra ración más tarde.
Pero si te sirves o pides mayor cantidad, te resultará más difícil dejar comida en el plato o en la mesa. Estamos muy acostumbrados desde pequeños a comer todo y no dejar nada.
En cambio si te sirves menos, cómelo y luego consulta a tu cuerpo unos segundos. Si tu cuerpo está satisfecho, no tienes por qué seguir comiendo.
Tu cuerpo puede preferir comer varias veces al día en porciones pequeñas cuando sientas hambre, en vez de atiborrarse unas cuantas veces al día.
Para ayudarte a reconocer si estás comiendo demasiado, comparto este video que grabé con una médico forense donde nos explica el tamaño del estómago y las consecuencias de llenarlo de más:
#3. Ten una mentalidad abierta respecto a los alimentos.
Busca variedad de sabores sanos entre los que puedas elegir.
Revisa a ver si estás comiendo siempre lo mismo.
Si nunca pruebas el brócoli, las espinacas u otras verduras ricas en hierro, no sabrás con qué satisfacer el hambre cuando tengas deficiencia de hierro. Si piensas que las acelgas, las espinacas o cualquier otro tipo de alimento nutritivo «no te gustan», quizá se deba a que te obligaron a comer esos alimentos cuando tu cuerpo no los necesitaba y cuando no te apetecían.
—¡Cómete las espinacas, hija! —¡No quiero!
—Pues tienes que comerlas.
—¡Me dan asco!
Estas son las situaciones que hacen coger manía a algunos alimentos, y que luego nos acompañan incluso en edad adulta.
En el post sobre CÓMO ENSEÑAR A COMER A TUS HIJOS te dejo varias técnicas muy interesantes para respetar la alimentación intuitiva de tus hijos.
Me viene a la memoria una cliente me contó que cuando era pequeña estuvo varios meses hospitalizada y que las monjas del hospital le obligaban a comer sopa todas las noches. Todavía le daban nauseas sólo de pensar en una sopa, pero después de las sesiones de coaching para adelgazar ahora es ella la que prepara unas deliciosas sopas para cenar muchas noches en su casa.
#4. Trata a tus hijos como a ti misma.
No les obligues a comer cuando no quieren, y no les hagas tragar nada que hayan probado y rechazado.
Limítate a ofrecerles una variedad de alimentos sanos para que ellos elijan. Deja de armar escándalos y pelear en las comidas. Olvida los postres, las recompensas de azúcar por haberse comido esas «horribles» espinacas.
Deja de llenar tu despensa de comida basura y verás muy pronto cómo tus hijos buscan y piden alimentos sanos. Al igual que tú.
Si refuerzas los malos hábitos alimentarios y no instintivos, no te sorprendas luego si tus hijos no quieren comer alimentos sanos.
Presta también especial atención a tu vocabulario respecto a la comida:
Mira a ver si te refieres algún alimento como «asqueroso» o que te da asco. Deja de hacer comentarios por lo que comen otros y menos aún estar todo el rato con la frase «esto engorda» según las calorías de un alimento.
Nuestro instinto está ahí para nosotros, se trata únicamente de volver a conectarnos con él. Confía en tu instinto como cuando eras pequeña y explorabas los alimentos sin prejuicios sobre si engordaban o no.
Confiar en tu instinto también es volver a confiar en ti misma y en que vas a cuidarte como te mereces.
Si estás lista para iniciar tu viaje hacia una relación más satisfactoria con la comida, contacta con nosotras para comprobar si nuestras sesiones de coaching son lo que estabas buscando.
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